En la mañana del 18 de diciembre se ha celebrado el acto de firma del convenio entre nuestra coordinadora y la Diputación Provincial de Valladolid en el que han participado Conrado Íscar, como presidente de la Diputación, e Ignacio Baeza, vicepresidente de nuestra entidad.
Compartimos el discurso que ha pronunciado Ignacio Baeza durante el acto y que creemos es de interés.
Permítanme comenzar recordando un dato esencial: el 70% de los fondos que gestionan las grandes ONGD en España provienen de la cooperación descentralizada. Esto significa que comunidades autónomas, diputaciones y ayuntamientos como los que ustedes representan son una pieza clave para sostener proyectos de desarrollo sostenible y acción humanitaria que transforman la vida de miles de personas en países del Sur.
Hoy, celebramos no solo la firma de unos convenios, sino la voluntad política de la Diputación de Valladolid por coordinar y reforzar estos esfuerzos. Este compromiso, lo sabemos bien, responde a una demanda social. La ciudadanía de la provincia de Valladolid siempre ha mostrado su interés por contribuir a mejorar las condiciones de vida de las personas más vulnerables, no solo en nuestro territorio, sino también más allá de nuestras fronteras. Esa vocación solidaria es un valor que define a nuestra sociedad y del que debemos sentirnos orgullosos.
Como ustedes saben, la recientemente aprobada Ley 1/2023, de Cooperación para el Desarrollo Sostenible y la Solidaridad Global, reconoce explícitamente el papel fundamental que desempeñan los ayuntamientos y diputaciones en la cooperación internacional. Esta ley fortalece el sistema y nos sitúa ante un escenario prometedor: no solo refuerza la colaboración entre instituciones, sino que también nos brinda herramientas más ágiles y eficaces para responder a los desafíos globales
Por ejemplo, se promueve la cooperación financiera renovada a través del nuevo Fondo Español de Desarrollo Sostenible (FEDES), un instrumento más ágil para canalizar recursos y atraer financiación adicional hacia proyectos de alto impacto. Asimismo, la reforma de la normativa de subvenciones permitirá simplificar procesos burocráticos, facilitando la ejecución eficiente de proyectos sin renunciar a la transparencia y la rendición de cuentas.
Las diputaciones, como la de Valladolid, son un actor estratégico porque logran articular la cooperación descentralizada a nivel local, generando impactos reales y visibles en las comunidades que reciben nuestro apoyo.
Permítanme destacar un elemento crucial del VI Plan Director de la Cooperación Española: la necesidad de avanzar en la triple transición social, medioambiental y tecnológica. Este enfoque no solo responde a los retos globales, sino que también refleja la coherencia entre nuestra política de cooperación y la Agenda 2030.
La triple transición nos interpela a todos:
• Social, porque es imprescindible luchar contra la pobreza y la desigualdad, asegurando derechos fundamentales como la educación y la salud.
• Medioambiental, porque no puede haber desarrollo sin sostenibilidad, en un contexto donde la crisis climática golpea con mayor dureza a las comunidades más desfavorecidas.
• Tecnológica, porque la innovación y la digitalización deben ser herramientas inclusivas, que cierren brechas en lugar de ampliarlas.
Desde COODECYL, nuestro compromiso es claro: acompañar y apoyar a las instituciones locales, como esta Diputación, en su apuesta por una cooperación eficaz, alineada con estos principios y desafíos.
Quiero agradecer al presidente de la Diputación y a todas las alcaldías presentes por su sensibilidad y liderazgo en materia de solidaridad internacional. Su esfuerzo no solo beneficia a las comunidades receptoras, sino que también enriquece a nuestros propios territorios, promoviendo una ciudadanía más consciente, comprometida y solidaria.
Las organizaciones que conformamos COODECYL estamos aquí para trabajar codo a codo con ustedes, asegurando que cada euro invertido tenga el mayor impacto posible, con transparencia y rendición de cuentas.
Sigamos construyendo, desde lo local, un mundo más justo, sostenible y humano. La cooperación al desarrollo es, sin duda, uno de los mayores ejemplos de cómo la unión entre lo público, lo social y la ciudadanía puede generar transformaciones reales.