No son cifras, son personas, es la vida

 

Este año se han vuelto a romper todos los récords de temperatura en el mundo y los efectos del cambio climático ya se notan en nuestras vidas. La crisis climática supone un aumento de las sequías y los desastres naturales, destruyendo cultivos y subiendo los precios de los alimentos.

Más de 3.000 millones de personas viven en lugares altamente vulnerables al cambio climático. 739 millones de niños del mundo viven en zonas con alta escasez de agua y la emergencia climática amenaza con aumentar esta alarmante cifra.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) nos advierte de que la contaminación atmosférica, agravada por la emergencia climática, provoca 400.000 muertes prematuras al año y es la principal amenaza medioambiental para la salud en Europa.

Por su parte, UNICEF, alerta de que los desastres relacionados con el calentamiento global han arrancado de sus casas a 43,1 millones de niños en 44 países durante un periodo de seis años. Y es que la emergencia climática no sólo está destruyendo la naturaleza, también está provocando una crisis humanitaria. La ONU estima que en 2050 habrá 1.000 millones de personas que serán refugiados climáticos.

No son cosas que pasen a miles de kilómetros. La extrema ola de calor continuada durante el verano, la sequía o las lluvias torrenciales por todo la península son una muestra clara de la enorme vulnerabilidad de los ecosistemas españoles al calentamiento global. La crisis climática está generando un proceso de desertificación de la Península Ibérica que pondrá en riesgo nuestra agricultura, algo que sin duda afectará a Castilla y León. No podemos vivir cada verano viendo nuestros bosques arder y nuestros embalses secarse.

Más de 44.000 personas mueren cada año en España por respirar aire contaminado. Nuestras ciudades no están preparadas, y se vuelven islas de calor en las que mucha gente no puede ni pagar la luz. Y mientras, las energéticas y el Ibex-35 se forran empobreciendo a la población y dejando que el Sur Global pague la mayor factura de una crisis que no es su responsabilidad.

Cuando tratamos de explicar las consecuencias de la emergencia climática recurrimos a muchos números. Pero no son cifras, son personas, es la vida.

Desigualdad y emergencia climática

Las desastrosas consecuencias de la emergencia climática las están sufriendo los países menos responsables del calentamiento global que, además, tienen menos capacidad de respuesta y recuperación. La causa esta situación es un sistema económico basado en la extracción y la destrucción del medioambiente que no mide su impacto en la naturaleza ni en la personas, generando unos niveles de desigualdad económica cada vez más extremos.

Oxfam nos explica como en 2019 el 1 % más rico de la población mundial generó el 16 % de las emisiones de carbono a nivel global, tanto como 5.000 millones de personas, el 66 % más pobre. También ponen de manifiesto como el 70% de las emisiones industriales de carbono desde 1998 tienen su origen en tan solo 100 empresas productoras de petróleo, carbón y gas.

Además, la emergencia climática es un peligro para las mujeres, especialmente para las más pobres, ya que son más vulnerables a los desastres relacionados con la emergencia climática, porque tienen menos acceso que los hombres a la asistencia humanitaria.

Una transición justa para tod@s es posible

Las decisiones que adoptemos ahora pueden asegurar un futuro digno para la humanidad. Contamos con las herramientas y conocimientos necesarios para limitar el calentamiento, solo falta voluntad política.

Para evitar el colapso climático es necesaria una transformación radical y rápida de la economía. Es urgente abandonar los combustibles fósiles, invertir en la transición a energías limpias y renovables, y mejorar la eficiencia energética y de los recursos.

La eliminación de los combustibles fósiles debe producirse a la vez que se protegen, restauran y mejoran los ecosistemas desde un enfoque basado en los derechos humanos. Y hay que tener en cuenta a las personas que se pueden quedar sin empleo y a comarcas enteras que eran como cambian sus expectativas , como vemos en la montaña palentina o en las comarcas mineras leonesas, antaño dependientes del carbón.

Son imprescindibles políticas económicas y sociales transformadoras y cambios sin precedentes en nuestra forma de vida, distribuyendo de forma justa los esfuerzos y los costes. Únicamente si aunamos fuerzas para hacer frente a esta doble crisis lograremos garantizar un futuro, no solo para la población actual, sino también para las generaciones futuras y nuestro planeta.

Menos declaraciones y más soluciones

Nos unimos a las organizaciones que en todo el mundo reclaman que la COP28:

  • refuerce la protección de los derechos humanos y de los ecosistemas como parte central de la agenda climática.
  • de prioridad en las negociaciones a la justicia climática, la protección de los derechos humanos, e impedir pasos atrás en la protección del planeta.
  • dar respuesta a la demanda de los países del Sur global, que exigen avanzar más rápido en un mecanismo de pérdidas y daños, que tenga a las poblaciones más vulnerables en el centro.
  • acelerar y forzar el cumplimiento de los objetivos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero marcados por el grupo internacional de científicos del IPCC.
  • ser capaz de poner una fecha de fin a todos los combustibles fósiles antes de mediados de siglo.

Esta campaña es posible gracias a la financiación de la Secretaría de Estado de Agenda 2030 del Gobierno de España a la plataforma Futuro en Común. El contenido de la misma es responsabilidad exclusiva de la Coordinadora de Organizaciones de Desarrollo de Castilla y León (COODECyL) y no refleja, necesariamente, la postura de la Secretaría de Estado de Agenda 2030.